Los majosos que me siguen

lunes, 19 de noviembre de 2012

Capítulo 40

Phoebe leyó todo lo que ponía en ese informe detalladamente, era toda su vida plasmada ahí, era un resumen, estaban sus calificaciones escolares, sus fotos, sus cuentas en redes sociales, todo. Phoebe terminó de leerlo y lo dejó otra vez sobre la mesa mientras iba a la cocina a comer algo, vio que tenía un mensaje en su antiguo teléfono, era de Jackson

"Phoebe, siento ser yo quien te lo diga pero cuando te fuiste Austin se sumió en la tristeza y decidió buscarte, el averiguó muy rápido que estabas en Nueva York pero no llegó a ir hasta hoy por la tarde que cogió el viejo Ford Mercury de su padre el cual tiene problemas como tu ya sabes, el más destacable, el de los frenos que funcionan mal. Hace años que nadie tocaba ese coche hasta hoy por la mañana lo que para ti debe de ser por la tarde, el caso es que comenzó a conducir ese horrible coche y no sabemos que pasó, debió de distraerse o quizás simplemente el coche falló pero Austin se chocó contra otro coche en el que iban 2 personas, el caso es que nadie sobrevivió del accidente. Esperamos verte en su funeral el sábado por la mañana."

A Phoebe se le heló la sangre cuando terminó de leer ese mensaje, Austin había muerto, no se lo podía creer, no podía ser verdad que las últimas palabras que le había dicho al chico del que llevaba 10 años enamorada fuera "Pues adiós", todo eso tenía que ser mentira. La angustia y la tristeza atacaron a Phoebe que comenzó a llorar desconsoladamente. Ahora estaba sola, más que nunca, su apoyo siempre había sido Austin, no se podía creer nada de lo que estaba pasando, leyó y releyó el mensaje como veinte veces lo cual la torturaba aun más. Comenzó a recordar toda la vida junto a él, desde que se conocieron con 2 años, cuando jugaban en el parque, en una plaza del barrio, cuando fueron juntos al colegio, los veranos a su lado. Los problemas que el la ayudó a superar, miró sus antebrazos, ya no quedaban marcas de lo que Austin la había ayudado a superar, la única persona que estuvo siempre ahí para ella fue Austin desde muy pequeños era Austin y Phoebe. Largas conversaciones de madrugada por Facebook, grandes bromas pesadas que habían gastado juntos. Grandes recuerdos. Recordó la noche de cuando tenían catorce años y la llevó a un claro de un pequeño bosquecito y estuvieron hablando hasta que se quedaron dormidos, allí, el uno junto al otro. Las largas tardes en la piscina riendo y viendo quien aguantaba más debajo del agua. Los 4 de julio que salían las dos familias juntas a ver los fuegos artificiales. Las conversaciones sin sentido. El daño que le hizo cuando él se hizo de los más populares de su clase y la ignoró, lo estúpida que se sintió cuando aquella chica asquerosa le abrió la puerta unos meses atrás. Phoebe estaba muy triste, claro que iría al funeral, pero luego volvería a Nueva York, le costaría pero superaría la muerte del chico más importante en su vida, del que llegó a pensar como el hombre de su vida, el padre de sus hijos. Ahora todos esos planes no valían nada, ya no le tenía. Las lágrimas recorrieron las mejillas de Phoebe durante toda la noche, necesitaba a Austin, le necesitaba y mucho. En ese momento le hubiera gustado tener a alguien que la abrazara y que le dijera "Todo va a salir bien", no alguien cualquiera, tenía que ser Austin. Nadie nunca podría reemplazarle.

La noche fue horrible, Phoebe no durmió nada, la imagen de Austin en un ataúd la perseguía, se sentía culpable. Por la mañana se duchó y fue a dar una vuelta por Nueva York. La pinta de Phoebe era lamentable, así que salió con las gafas de sol más grandes que encontró para que nadie viera los ojos rojos ni que no podía parar de llorar. Ahora ya no le quedaba nadie que la abrazara y de dijera "Eres todo" ni que se acercara a ella, la abrazara por la espalda y le susurrara al oído "Eres perfeta" ni quien la hiciera reír durante horas, se había quedado sola. Las lágrimas volvieron en medio de la calle, nunca nadie podría reemplazar a Austin, Phoebe no volvería a amar a nadie como le amó a él. Quedaban dos días, era jueves, al día siguiente por la noche cogería un avión a Los Ángeles para ver como enterraban el cuerpo de la persona a la nunca hubiera querido perder.

Phoebe volvió a casa, no quería que nadie la viera llorar y menos en medio de la calle. Cogió su teléfono y le escribio un mensaje a Jackson

"Claro que iré al funeral, que me haya ido de Los Ángeles no quiere decir que no le quisiera con todo mi corazón, nunca nadie me volverá a hacer sentirme como él era capaz. He perdido más que un amigo y un novio, nadie podrá ocupar su lugar en mi corazón nunca, así que a los que esteis en California y penséis que no me importaba deciros que os equivocáis porque él lo era TODO para mi y ahora que le he perdido me doy cuenta, nadie nunca volverá a hacerme sentir querida de verdad. Probablemente no os lo creáis pero me dolerá mucho cuando entierren su cuerpo, nunca quise que pasara esto"

Phoebe envió el mensaje, a los cinco minutos recibió la contestación de Jackson

"Supuse que vendrías, sé que le querías pero tendrás que superarlo algún día, para mi también era importante pero hay que vivir con ello. Sí que te creo pero no del todo porque no encontraron su cuerpo, aunque por la cantidad de sangre y una búsqueda a fondo por tres quilómetros a la redonda le han dado por muerto y al no haber aparecido hoy ya si que le han dado por muerto. Espero verte el sábado"

Phoebe leyó el mensaje, aun le quedaban esperanzas, no le podían decir nada peor, ya le habían dicho que había muerto pero si su cuerpo no había aparecido sería por algo ¿No? Podría habérselo comido un bestia pero eso era muy poco probable, podía seguir vivo. Y eso hacía que Phoebe tuviera un poco de esperanza en que podía seguir con vida. Nada le hacía más ilusión que eso.

"No encontraron el cuerpo? Entonces... Podría seguir vivo?"

Sabía la respuesta que le daría Jackson pero aun así hizo la pregunta

"Es poco probable pero todo es posible, ahora, no pueden decirnos nada peor que eso, así que solo queda esperar y ver si aparece el cadaver o él"

Phoebe dejó el teléfono y preparó su comida, ahora sí que tenía esperanzas para seguir adelante. Podía estar vivo. Podía.

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