Los majosos que me siguen

lunes, 19 de noviembre de 2012

Capítulo 37

Phoebe condujo hasta San Diego, allí cogió un avión hacia Nueva York, no podía cruzar todo el país en coche, son 45 horas más o menos sin parar, cuando aterrizara llamaría a Jake y a Amelia para que fueran a recoger su coche y que se lo llevaran a su hermano, más tarde ya encontraría ella la forma de recuperar el coche. Tras el vuelo fue al Helmsley Park Lane Hotel, uno de los mejores hoteles de Nueva York, la habitación era bastante cara pero mientras no encontraba un apartamento se quedaría allí. Tiró las maletas al suelo y se sentó en la cama y empezó a pensar en todo lo que le esperaba, siempre había querido hacer eso, irse, desaparecer, aunque sabía que su hermano la encontraría, tenía los recursos necesarios para encontrarla, así que tendría que cambiar todo su dinero a una cuenta de Nueva York, ese era el primer paso, al día siguiente saldría a buscar un apartamento en Wall Street, tenía todo muy claro, sabía lo que tenía que hacer así que se tumbó en la cama e intentó dormir. Cuando casi lo había conseguido sonó su teléfono.
-Me cago en la madre de quien me esté llamando-dijo Phoebe malhumorada
Contestó, era Austin
-No me vuelvas a llamar Austin-dijo Phoebe
-Lo haré hasta que vuelvas, te estamos buscando, hemos encontrado tu coche en el aeropuerto de San Diego
-Vale, pero no sabéis donde estoy, así que dejad de molestarme, mañana cancelaré esta línea y dejaré de ser localizable
-Te encontraremos-dijo Austin con un hilo de voz
-¿Es que no lo entendeis?-dijo Phoebe con lágrimas en los ojos- ¡No quiero que me encontréis!
Phoebe dijo esta frase y colgó el teléfono, nadie entendía que allí, con ellos, no era feliz, nadie lo entendió nunca, Phoebe siempre había preferido quedarse sola en casa por las tardes, a pesar de tener amigas, nadie era capaz de entender que era un chica solitaria, nadie entendía que era diferente, nadie lo entendió nunca, nadie entendió que Phoebe tenía un futuro brillante, que tenía una inteligencia enorme pero que la empleaba en lo que le gustaba, lo que no le gustaba le daba igual, y así suspendía siempre en el colegio y en el instituto, siempre fue la oveja negra de la familia, que tenía sus propios sueños e ilusiones pero, pertener a la clase social a la que pertenecía quiere decir cumplir unas expectativas y ella no quería cumplir esas expectativas. Desde muy pequeña había sido la rara, por pensar de otra forma, por querer otras cosas, por ser ella misma, Phoebe era una de esas pocas personas que parece que no tienen corazón, que son... frias, que no les importa lo que piensen de ellas. Era despistada, era ella misma y siempre la criticaron por eso.
Al cabo de las horas Phoebe consiguió dormirse, durmió muy mal, las pesadillas venían a su cabeza todo el tiempo, se despertaba sudando y luego tardaba bastante en volver a dormirse, eso para ella era un infierno. Por la mañana se duchó, su vistió para pasar lo más desapercibida posible, una sudadera y unos vaqueros con unos Converse. Cogió su cartera y el teléfono y se fue a Wall Street a buscar un apartamento, encontró uno bastante bonito, amueblado y bien de precio, lo pagaría a plazos a pesar de poder pagarlo de golpe. Le dijeron que al día siguiente ya podía mudarse a ese apartamento. Cuando terminó de arreglar todo el papeleo se fue a ver un teléfono nuevo. Eso no tenía mucha complicación, simplemente necesitaba la tarjeta con el nuevo número.
-¿Que desea?-dijo la empleada
-Un número nuevo
-¿Que tarifa?
-Una para hablar y navegar y nada más, es urgente, no tengo mucho tiempo para encontrar un número nuevo
-Entiendo, ¿Querrá tambien lo que es el teléfono en si?
-No, ya tengo yo un teléfono
-Pues entonces, hoy a las tres y media pásese por aquí para recoger la tarjeta
-Gracias
Phoebe se fue al hotel a comer algo, entre esto y lo otro ya era la una de la tarde y tenía hambre. Comió rápido, cuando terminó cogió un taxi y volvió a Vodafone para que le dieran la tarjeta. Cuando la tuvo se fue a una cafetería a tomarse un café. Sacó su iPhone del bolsillo, lo apagó, le sacó la batería y la tarjeta y le puso la nueva, colocó la batería y lo encendió. Del bolso sacó un Samsung Galaxi S III, le puso la tarjeta antigua y lo encendió tambien.
-¿Desea algo?-dijo la camarera
-Si, un café solo por favor
-Ahora mismo.
Entonces sonó su móvil, era Austin de nuevo
-Te hemos encontrado-dijo Austin al otro lado de la línea- sabía que vendrías aquí
-Déjame en paz, no vamos a jugar a este estúpido juego, soy mayorcita, sé cuidarme sola-tras decir esto Phoebe colgó.
La camarera le trajo el café a Phoebe
-¿Problemas?-dijo la camarera mientras le echaba la leche
-Muchos-Phoebe forzó una sonrisa
La camarera volvió a la barra mientras Phoebe pensaba como hacer para recoger sus maletas del hotel, puede que ellos no anduvieran por allí, ya vería ella como tenía que hacer las cosas. Llamó a la mujer de la inmobiliaria que le vendía el apartamento
-Buenas tardes-dijo la mujer
-Hola, soy Phoebe Robinson, era para saber cuando podría mudarme al apartamento
-Pues mañana podría a partir de las ocho
-Es que es muy urgente
-Bueno, podría pasarse por aquí a partir de las cinco y recoger las llaves.
-¿Y ya podría mudarme?
-Claro que sí
-Muchas gracias
Phoebe miró la hora, las cuatro en punto, hizo cálculos, desde la cafetería hasta la inmobiliaria eran unos quince minutos caminando y desde la inmobiliaria al hotel una media hora. Decidido. Caminaría hasta la inmobiliaria y cogería un taxi para ir al hotel. Así lo hizo, a las cinco menos veinte empezó a caminar. Cuando llegó a la inmobiliaria tuvo que hacer cola porque había bastante gente allí, recién llegados, como ella. Vio a toda esa gente que tardaba muchísimo, ella solo tenía que recoger una llave, no encontraba normal que no la dejaran pasar delante de ellos. Tras casi una hora esperando al fin le llegó el turno. Cogió la llave y se fue. Para eso había esperado una hora, que asco. Cogió un taxi y fue al hotel, para su suerte no estaban allí. Subió corriendo a su habitación, entró, cerró y empezó a recoger todo lo que había sacado de la maleta. Cuando terminó bajó a recepción, pagó todo lo que tenía que pagar, devolvió la llave de la habitación y se fue al apartamento. Cogió un taxi. Llegó al edifcio, tenía las manos ocupadas en sujetar las maletas, un chico de su misma edad más o menos le abrió la puerta
-¿Necesitas que te ayude?-dijo amablemente
-Un poquito-Phoebe se rió
-Dame dos maletas anda-el chico cogió dos de las maletas de Phoebe-soy James, por cierto.
-Yo soy Phoebe, encantada de conocerte. ¿Vives aquí?
-Pues si, en el noveno
-Yo en el ático-Phoebe sonrió
-O sea que eres tu la afortunada que sin llevar en Nueva York un mes se ha llevado el ático por el que todos estábamos luchando-James se rió
-Pues siento habéroslo quitado
-No pasa nada-dijo James mientras entraba en el ascensor-lo malo del ático es que es muy luminoso, a no ser que pongas persianas vas a tener demasiada luz
-Bueno-Phoebe entró en el ascensor y marcó el piso al que iba-tampoco es mala la luz
-No, pero para dormir es mejor tener oscuridad. ¿De donde eres?
-De Los Ángeles
-Yo soy de Las Vegas y ¿A que se debe que cambies Palm Beach por Manhattan?
-Pues a que necesitaba alejarme de todo lo que hay en California
-Entiendo-dijo mientras salía del ascensor-bueno ya hemos llegado
-Si, encantada de conocerte James, a ver si volvemos a coincidir algún día-dijo Phoebe mientras entraba en su apartamento
-Sí-James sonrió y se fue

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